Por Mercedes Caro Nodarse / Fotos de la autora
Olor a mar, puro mar inundaba los portales de la otrora casa de Don Luis
De Clouet, hoy Casa del Fundador de Cienfuegos, hace ya 200 años.
Un grupo de transeúntes se agolpaban curiosos a mirar el espectáculo. Estaban
allí varios hombres vestidos con impecables
ropas quienes paleaban dentro de un caldero enorme la paella Covadonga —plato
emblemático de Cienfuegos y gloria de la cultura culinaria—; las blancas
filipinas, el largo mandil y el gorro tradicional deslumbraban a los presentes.
Para el convite, un refrescante coctel Cuba Libre. |
Tutelando el convite, un sabroso coctel Cuba Libre al que fueron
invitados los presentes. Más allá, el relanzamiento del Ron San Carlos,
presentado por primera vez durante las festividades por el Centenario de la
Perla del Sur, atrajo a numerosas personas.
Bajo el auspicio y el financiamiento del Grupo Empresarial de Comercio
en la provincia, los asistentes a esta iniciativa —enmarcada en los festejos
por el Bicentenario de la ciudad y la Jornada de la Cultura—, no solo participaron
de la cocción de la paella cienfueguera; degustaron luego del plato, así como
de los tragos preparados por experimentados cantineros de la región centro sur
de Cuba.
Chef Sergio Eduardo Chinea Díaz. |
“Los cienfuegueros degustaron un plato que contenía cerdo, pollo,
pescado, camarón, langosta, jaiba, arroz y un caldo sustancioso, agregó. La
concebimos a partir de dos fumet, uno de ave y otro de mariscos, muy
importantes para el sentido de la paella. Realizamos unas doscientas raciones
por los dos siglos de la ciudad para compartir con el pueblo cienfueguero”.
Los cienfuegueros desgustaron la paella servida en pequeñas paelleras fabricadas para la ocasión. |
María observa y rememora el acontecimiento
que la enmarcó en la historia de esta ciudad bicentenaria, cuando un nuevo
amanecer estaba por disolverse a través de la geografía insular para llegar al
sur, en una Caravana
nombrada Libertad.
Titanes vestidos de verde olivo, con plenas sonrisas en los rostros,
apaciguaban las dolientes memorias y encendieron motores, para nunca más
apagarlos.
Fidel Castro junto a María Covadonga. |
Ya tarde en la noche del aquel 6 de enero de
1959, comenzó el diálogo del joven jefe rebelde con el pueblo, una charla amena
que se prolongó hasta la madrugada. Sólo entonces, percatados de que no habían
comido nada en todo el día, fue que el líder la Revolución Cubana y sus
acompañantes acudieron a
saborear la paella cienfueguera en el restaurante de María Covadonga, en Punta Gorda.
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