jueves, 14 de junio de 2018

Pa’ que pruebes de mi plato

Por Mercedes Caro Nodarse

Entrevista con el presidente de la Asociación Culinaria de la provincia de Cienfuegos, chef Sergio Eduardo Chinea Díaz

 

No solo los poetas tienen el don de la inspiración; esa puede llegarnos de cualquier parte: ante un acto hermoso y noble de la vida; el amor, como lenguaje universal; la justicia al alcance de los ojos; el recuerdo hurgado allá en las honduras del pecho. Quizás no todos tengamos la gracia de desdoblarla en coplas cinceladas desde el alma o explayarla con entrega de artista, no importa cuáles sean los medios expresivos con que la Madre Natura nos singulariza y hace únicos e irrepetibles… Lo cierto es que el protagonista de nuestra historia lleva su musa en el corazón y en las manos. Él no concibe la vida sin ese espacio, suyo desde hace más 30 años: la cocina.


  Para Sergio Eduardo Chinea Díaz, “la vida resulta imposible sin gorro, pañoleta, delantal y filipina”, principales atributos de un chef.

  Símbolo de la comunidad social en el devenir de la historia humana, comer ha sido un acto sagrado, relacionado con el arte desde tiempos inmemoriales, incluso “hay quienes afirman que la única diferencia entre el pasto y la ensalada es el aderezo”, de ahí la envergadura de la cocina cubana, manifestación en la cual sobresalimos y dedicamos un día para celebrarla: el 18 de octubre, en el cual una representación cubana recibió Medalla de Oro al  Esfuerzo Decisivo en las Olimpiadas culinarias celebradas en Fráncfort del Meno, Alemania. El lanzamiento a los mercados mundiales ocurrió en Culinaria 98, evento Internacional de la Federación de Asociaciones Culinarias de la República de Cuba (FACRC).

  Chinea Díaz, quien se desempeña como presidente de la Asociación de Cienfuegos, y es miembro de la Asociación de Restauradores Gastronómicos de las Américas (AREGALA), de la Academia Culinaria de Francia y de la Asociación Mundial de Sociedades de Chefs (WACS), posee una larga trayectoria entre calderos, cucharones, espumaderas, salsas criollas o catalanas…, “la alegría de nuestro pueblo puede apreciarse como un reflejo fiel de su cocina, eso es un ingrediente de amor y energía aportado, de ahí el éxito irrepetible”.

  Con el paso del tiempo y como parte del proceso histórico-cultural desarrollado en la nación, se mezclaron elementos culturales y culinarios de los indígenas y españoles; se fue asimilando, poco a poco una neocultura del arte culinario, con exponentes significativos que abarcan gran parte del fenómeno al cual, atinadamente, Fernando Ortiz definió como transculturación. ¿Cómo entendemos este proceso dentro de la cocina cubana?

  “Desde sus orígenes, la cocina cubana ha sido el resultado de la confluencia de los propios factores que permitieron la formación de la nacionalidad en el siglo XIX: esa mezcla de costumbres españolas, aborígenes, africanas, y la posterior influencia de la inmigración asiática y yucateca.

  “Mira, los españoles llevaron a la dieta de los nacionales las legumbres, el arroz, las naranjas, los limones y el ganado vacuno. Otro aporte en este arte fue la introducción de animales domésticos, aves de corral y ganado, por lo que la carne roja formó parte indispensable de la dieta alimenticia. Mientras que los africanos incorporaron alimentos como el ñame, un tipo de tubérculo, y el quimbombó, al que se sumaron los existentes en la isla: yuca, plátano, boniato o batata y maíz”.

  Dice un antiguo adagio que “los pueblos olvidan primero a sus dioses que a sus comidas”. ¿A qué se le atribuye?

  “A la persistencia del sentido del gusto por sobre los otros. Un ejemplo sencillo: un lugar puede estar muy bonito, ser agradable, pero si la comida no es buena, las personas no se quedan allí. Y cuando hablamos de buena comida nos referimos a la bien elaborada, bien presentada; todos los sentidos se ponen en función cuando comemos, hasta el oído participa, al escuchar el sonido de los cubiertos, el choque de las copas.

  Desde hace varios años se desarrollan en la provincia el encuentro de arte culinario y el evento territorial José Luis Santana Guedes, ambos con el objetivo de rescatar las tradiciones culinarias. ¿Cuánto se ha logrado hacer, en este sentido, en el sector estatal y particular?

  “Es cierto, llevamos años en ese empeño y no podemos sentirnos satisfechos, pues no se incorporan dentro de la red de restaurantes estatales y paladares los platos típicos, representativos de varias zonas del territorio. Por ejemplo, el filete Canciller, de la Laguna del Cura, o la Paella Covadonga, símbolo del emblemático sitio, pudieran estar presentes en muchos otros lugares. Qué decir de la harina con jaiba y la longaniza marinera, de fácil elaboración, u otros platos tradicionales, cuyas recetas acabamos de publicar en el libro La cocina cienfueguera. Cuando logremos ofertar nuestra cocina, muy buena por cierto, en todos los lugares, entonces estaremos felices”.

  De tal suerte de sabores quedamos todos marcados, con esos gustos, con esa peculiaridad que asociamos con la Mayor de las Antillas.

  “El turista viene en busca de lo autóctono, quiere probar el sabor cubano, esa comida cargada en sazones  y macerada; nuestras carnes adobadas con limón o naranja agria, cebolla, ajo, ají y pimiento; la salsa criolla conformada por ajo, cebolla, ají, tomate natural, tomate en conserva y hoja de laurel. Esos sabores nuestros que son un producto de la fusión étnica, como lo es la misma cultura en que vivimos. No es una cocina “pura”, es criolla, es mezclada, es distinta y nos distingue”.

  Intrigado por definir la esencia de la gastronomía cubana, hace años le surgió la idea del contraste entre lo aparente y esencial, esa combinación armoniosa de lo opuesto: lo dulce y lo salado, la tierra con el mar…, para Chinea “la cocina es muy sensible, a través de las manos se transmiten sentimientos. La cocina es un arte donde determina el corazón, la mente y la mano, esta trilogía no debe faltar”.

  Es un goce para los sentidos, pues los platos salen de la cocina y van desprendiendo olores, impregnando la atmósfera del local, la sede de la Asociación Culinaria de Cienfuegos. “Amigos culinarios dicen que los cocineros nacen, y que los chefs se crean. Yo considero que la cocina es una pasión. Se necesita una gran vocación para llegar a ser un cocinero”.

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